La pobreza del discurso


Se han dicho muy pocas cosas, existen todavía infinitas combinaciones de palabras sin explorar. Por ejemplo: «la inconveniente mañana del fenómeno arrugado». Por ejemplo: «cuántos años de soberbia hipnótica y de anochecer compulsivo». Por ejemplo: «incapaz es redondo».

     Alguien podría objetar que estas cosas no suelen decirse debido a su carácter absurdo, a su ausencia de significado. Los hablantes prefieren no insistir en combinaciones de palabras que no llevan a ninguna parte.

     No sé si esto es realmente así, pero existen combinaciones que, a pesar de tener un sentido claro y específico, son cuidadosamente evitadas por los hablantes. Por ejemplo: «el sol sale cada día porque no hay manera de saber cuánto costarán las naranjas el año que viene».

     Ya imagino la objeción: la idea expresada en ese enunciado es falsa. Pero nadie puede dudar de que se dicen muchas cosas falsas. ¿Por qué algunas falsedades proliferan en el discurso y otras no?

    Además, hay muchas oraciones que, a pesar de ser verdaderas, no se dicen. Por ejemplo, hemos escuchado muchas veces «el libro está sobre la mesa», pero no solemos escuchar «la mesa está debajo del libro». La segunda oración es tan verdadera como la primera, pero por algún motivo no suele decirse.  

   Por todo esto, concluyo que los seres humanos hemos sido muy descuidados en la exploración de las posibilidades de nuestro lenguaje. Quién sabe cuántas combinaciones maravillosas y perfectamente viables duermen en los laberintos de la lengua, mientras nosotros insistimos en secuencias tan vulgares como «qué calor», «es así» o «ya vendrán tiempos mejores».




Publicado por Tercer Cajón - Franco Puricelli

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9 comentarios sobre “La pobreza del discurso

  1. El lenguaje como ente cultural tiene un poder homogeneizador impresionante. En lugar de explorar las casi infinitas combinaciones que nos ofrece, una y otra vez nos dedicamos a retorcer las mismas. Será que el camino pisado nos ofrece seguridad y un cierto miedo a explorar que la comodidad nos ha inyectado. Un gusto leerte, compañero. Adelante!

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