Estuvo horas revisando bolsillos, cajas y estanterías, hasta que finalmente encontró la llave del cajón del escritorio. Había quedado solo en la casa y pensó que era el momento oportuno para develar el viejo misterio de ese recinto, siempre cuidadosamente cerrado, como si resguardara la verdadera identidad de su padre.
Mientras buscaba la llave, no dejó de pensar ni un segundo en lo que encontraría: un amor clandestino, un pasado inconfesable, documentos que atestiguaran vidas paralelas o múltiples estafas.
Pero el cajón estaba minuciosamente vacío. Ese mismo día, hizo una copia de la llave y la dejó otra vez en su lugar. Volvió a revisar en varias oportunidades, pero nunca encontró nada. Tardó bastante tiempo en resignarse y comprender la verdadera gravedad del gran secreto oculto bajo llave: su padre era exactamente quien decía ser.
Imagen tomada de Unsplash
Muy buena entrada con gran remate final en contra de su sospecha infundada! Un cordial saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias por pasarte, saludos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tenía un padre muy aburrido. Eso puede ser una sorpresa bastante desagradable, sobre todo si ya se había hecho historias en la cabeza. Muy bueno. Saludos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Así es Ana, una total desilusión 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Por eso es mejor considerarlo inocente, hasta que se demuestre lo contrario. Muy bueno!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Si los cajones hablaran…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Así es, gracias 🙂
Me gustaMe gusta
¡Qué bueno, Franco!
Quiero creer que un lugar cerrado con ese secretismo oculta algo o tan solo es una forma de tener un lugar donde encontrarte con tu soledad y lo que ello conlleva. Siempre será un misterio.
Abrazos
Me gustaLe gusta a 2 personas
Me gusta tu interpretación, ojalá sea así. Saludos!
Me gustaLe gusta a 1 persona