Los méritos de la persona obediente siempre se dan por supuestos, no sorprenden a nadie y nadie los agradece. En cambio, los méritos de la persona rebelde, por inesperados y aparentemente gratuitos, suelen celebrarse en forma excesiva. Cuando alguien es obediente, los demás consideran su docilidad como un derecho adquirido.
Imagen tomada de Unsplash
