Panorama general y particular



1- No está mal partir siempre de la hipótesis de que las personas con las que interactuamos no están tranquilas. Conviene presuponer que algo las tiene preocupadas o inquietas, lo que nos ayudará a comprender mejor sus motivaciones y a suavizar el trato con ellas. Esta hipótesis, además de útil, será en la mayoría de los casos cierta.

2- La conciencia de nuestra finitud e irrelevancia debería servirnos para ordenar prioridades. Sin embargo, persistimos en el error de darnos demasiada importancia y de creernos invulnerables.

3- Lo que más puede darnos felicidad en la vida no es el placer, sino la sensación concreta de tener una mínima cuota de control en medio del caos y la incertidumbre. Esto exige que nos alejemos de dos extremos: por un lado, del deseo de tener todo bajo control, por el otro, de la dispersión en los estímulos del presente. Aceptar la realidad y trazarse en ella algún camino, sabiendo que al universo no le interesan nuestros planes.

4- Estar al tanto de cada cosa que sucede es incompatible con la dedicación que exige toda genuina actividad y todo ejercicio de pensamiento. El entorno nos arroja información a cada segundo y nuestra mente suele abalanzarse sobre ella con voracidad, sin distinguir entre lo relevante y lo circunstancial, ya que tanto lo uno como lo otro ofrece estímulo y distracción. Hoy, más que nunca, prestar atención es lo opuesto a enterarse de todo.

5- La política es importante, pero no es razonable ni conveniente esperar todo de ella. Los líderes son seres humanos: se equivocan, se obstinan, se cansan, se asustan. Más tarde o más temprano, en encierran en sí mismos. Tampoco deberíamos cometer el error de definir nuestra identidad a partir de convicciones políticas, ya que eso nos impedirá revisar dichas convicciones en adelante.

6- El pensamiento suele estar asociado con la angustia y la tristeza, mientras que la acción suele estar asociada con la vitalidad y la alegría. Se advierte que “pensar demasiado” es un error, pero nunca se señala que “actuar demasiado” también lo es. Por mucho que se diga que a veces es mejor “no saber”, lo cierto es que nadie renuncia a su cuota de conciencia, por pequeña que sea. En cambio, bien renunciaríamos a muchas de las acciones realizadas. Por supuesto, también existe el reproche por haber pensado algo en exceso. ¿Es bueno saber que vamos a morir? ¿Renunciaríamos a este saber? Nos gustaría conservar el saber y dejar a un lado la preocupación que conlleva.

7- El entendimiento humano muchas veces necesita de la exageración como un instrumento para poner el foco en fenómenos escurridizos o para someter a revisión errores profundamente arraigados. Esto se explica porque ninguna idea produce cambios en nosotros si primero no nos llama la atención. Así pues, los grandes cambios científicos e intelectuales a menudo se sirven de exageraciones que luego son matizadas en etapas ulteriores. Sin embargo, la marcada dispersión del debate actual hace que se necesiten exageraciones cada vez más desmesuradas para llamar la atención por cada vez menos tiempo, lo que convierte a la esfera pública en un flujo desordenado de discursos tan tajantes como efímeros. Tal vez haya llegado la hora de exagerar nuestras previsiones contra la exageración.

8- Todo el mundo se desespera por adquirir un poco de esa notoriedad que suele recibir el nombre de “éxito”. Esta palabra no se refiere hoy a ningún logro que justifique dicha notoriedad, sino a la notoriedad misma. Sólo existe y tiene valor aquello que es reproducido en múltiples pantallas. El éxito así entendido es una regla bastante defectuosa a la hora de medir nuestras vidas. Los ruidos estridentes siempre llaman la atención, pero rara vez la merecen. De vez en cuando, hay que detenerse a observar la melodía que estamos componiendo y no mirar solamente los tonos más llamativos. Valorar todo desde la perspectiva del éxito y el fracaso conduce al desorden y a la enfermedad.

9- El dinero debe su función y su atractivo a la promesa de todo aquello que puede obtenerse a cambio de él. Los seres humanos estamos dispuestos a dar el fruto de nuestro esfuerzo y trabajo a cambio de dinero, porque sabemos que con él podremos obtener parte del esfuerzo y trabajo de otros. Por eso, solemos considerar al dinero como una suerte de felicidad en pausa, como la garantía de una felicidad que puede hacerse efectiva hoy o mañana. En consecuencia, estamos dispuestos a sacrificar muchas cosas en la persecución del dinero, incluso nuestra propia felicidad, lo que acaba siendo una contradicción.

10- Los primeros sabios de los cuales tenemos registro advierten ya que el deseo humano es inagotable y que toda satisfacción es efímera. Observan también que nuestra especie tiene la capacidad de inventar deseos nuevos, de modo tal que las actuales generaciones se angustian por carencias inimaginables para las generaciones anteriores. Los nuevos deseos se incorporan a nuestra vida con gran facilidad, como si siempre hubiesen estado allí. Así pues, aquellos sabios recomiendan reflexionar sobre nuestros deseos, establecer distinciones entre ellos, evaluar cuáles merecen nuestra atención y cuáles no. De lo contrario, viviremos perturbados e inquietos, ya que nuestros deseos nos empujarán de un lado a otro y no tendremos control sobre ellos ni sobre nosotros mismos. Lo curioso es que, a pesar de que esta sabiduría es tan antigua como la civilización, los seres humanos caemos una y otra vez en la trampa. Inventamos tecnologías de satisfacción que prometen (ahora sí) calmar todas las inquietudes, pero que no hacen otra cosa que crear inquietudes nuevas. La rueda del deseo nunca se detiene, porque en el fondo no buscamos estar satisfechos, sino distraernos y llamar la atención.

11- Ciertas filosofías contemporáneas explicaron todos los malestares humanos como efectos de las inhibiciones propias de la civilización. En consecuencia, recomendaron un programa de desinhibiciones, una agenda de reemplazo de los conceptos por pulsiones y de la reflexión por la expresión. En la actualidad, la creación de una gigantesca red de interacciones virtuales ha permitido realizar este programa en una magnitud difícil de lograr bajo el predominio del intercambio “en persona”. Nuestros malestares, lejos de calmarse, se han intensificado.  

12- Se ha dicho que las actuales generaciones no se permiten el aburrimiento, que se saturan de estímulos y distracciones. Sin embargo, aburrirse exige ciertas condiciones, no es algo que simplemente uno se permite. Si despejamos la maraña de estímulos que nos rodea, lo que aflora no es un aburrimiento supuestamente suspendido, sino más bien angustia e inquietud. No se trata de un “no saber qué hacer”, sino de un “no poder estar con uno mismo”. El aburrimiento, en el sentido habitual de la palabra, exige una tranquilidad que hoy no tenemos.

13- Tal vez la vida no sea más que un error marginal de la materia, y tal vez la libertad no sea más que un error marginal de la biología. Pero estamos vivos y tenemos con suerte nuestra cuota de libertad. Aunque experimentamos cotidianamente el existir y el ser libres, quizás nunca logremos entender del todo el significado de dicha experiencia.   



Imagen tomada de Unsplash



Publicado por Franco Puricelli

Versos, historias y reflexiones. Te invito a visitar mi blog "Tercer Cajón".

14 comentarios sobre “Panorama general y particular

  1. Reblogueó esto en p.emmerich escribey comentado:
    Encontremos paz personal reflexionando y cambiando nuestro comportamiento. Hay que ir contra la corriente en un mundo polarizado y en conflicto que nos incentiva a darnos demasiada importancia, a perseguir el “éxito” y el dinero, a satisfacer nuestros inagotables deseos, a vivir vidas virtuales poco genuinas y, en general, mantenernos enchufados a la irrelevancia, justamente para no pensar.

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  2. 1-Además de no estar tranquilas, no saben lo que quieren. (O esa era la razón de intranquilidad…) Conviene asentir con la cabeza y, continuar con las presuposiciones.
    2-Nuestras prioridades terminan desordenando nuestra finitud?
    3-Comparto la intensión equilibrista, pero en vez de felicidad, la llamaría sobrevivencia.
    4-Me imagino una lucha de distracciones. La que gana la pelea obtiene nuestra atención… o sino acaso, cómo identificaríamos qué es una distracción?
    5-De acuerdo, nuestra identidad política no hace a nuestra identidad (Somos más que eso).
    6-A quién no le gustaría «hacer» sin pensar y luego no arrepentirse?
    7-*Léase nuevamente el punto número seis*
    8-Siempre hay un poco de éxito en el fracaso.
    9-Ni el dinero, ni la felicidad son un fin en sí mismo. Cierto?
    10-Creo que sería muy difícil mantener un estado reflexivo si nos sintiésemos satisfechos…
    11-Se han intensificado, es cierto. Lo bueno es que ahora podemos escribirlo en la red.
    12-Y se vuelve difícil aburrirse sin quedarse dormido. (Si es que todavía podés dormir)
    13-Algo de lo que seguro no nos vamos a aburrir y, donde consideraremos los doce puntos anteriores… La vida.

    Me quedé encantada con tu blog, excelente post!
    Saludos 🙂

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